Bien, antes que nada, me disculpo por subir esta versión de la fotografía con el maldito copyright marcado en cada rinción posible de la imagen . Lo que ocurre es que ya no está en la página del fotógrafo la versión que descargué y cuya copia llevé el lunes. Además, espero poder explicar más articuladamente el por qué encuentro a esta imagen fascinante.
Dicho eso, voy directamente al grano. Esta es una fotografía de Alex Webb, artista norteamericano que me gusta mucho. Si tuviese que definir la esencia de esta foto en una un par de palabras diría: poder de sugestión. Logrado por una combinación excelente entre lo que se revela y lo que se oculta, un juego de luces y sombras impecable donde se nos muestra lo mínimo indespensale para atraernos y al mismo tiempo dejarnos con ganas de más. Resaltado por la utilización del color en su máxima expresión semántica; tanto en los tres colores alineados del fondo como en los reflejos rojos que tiñen estas siluetas y nos permiten acceder a cierto detalle de estos personajes.
Para mí, esta es una fotografía inconclusa y polisémica, de final abierto, donde reina la ambigüedad. Y creo que es exactamente ahí donde se vuelve grandiosa y donde entra la poesía. En tanto concibo a la poesía como un arte de la ambigüedad, en continua construcción y donde la producción de sentido se renueva con cada lectura, con cada visionado. Todo está dicho, sí, pero ese todo es un constructo social y, por ende, dinámico. Es una estrctura abierta a la transformación y esto se radicaliza por el hecho de haber sido construida con la mayor economia de recursos posible. Y cada uno de estos factores se cumple al pie de la letra en esta fotografía.
Esta imagen interpela al espectador, llamándolo a reflexionar sobre sus pensamientos frente al fenómeno de la otredad desde la óptica de la mirada blanca occidental. Esto es así ya que se nos permite ver sólo lo suficiente como para poder identificar a estas siluetas como personajes típicos en un contexto, pero donde se nos niega la nitidez del rostro, quitándonos también la posibilidad de humanizar a estos personajes que se ven privados de su individualidad. Y en ese sentido, el espectador no tiene más opción que juzgarlos por lo que cree conocer de ellos como parte un amplio conjunto social . A esto se suma además la postura de las siluetas, una postura de desiquilibrio físico que genera extrañeza...una inestabilidad en la imagen que se puede volver quizás amenazadora. Sin embargo, la imagen no aporta un cierre a esta situación, carece de conclusión y es el espectador quien debe otorgarle un sentido y darle un final (o no) en base a su propio bagaje cultural, a su ideología, a su experiencia.
En cuanto a la teórica de Valansi, rescato lo dicho sobre la relación entre fotografía y belleza. Nunca me había planteado la posibilidad de una relación intrínseca entre ambas y los problemas morales que esto puede generar. Da para reflexionar. Por otro lado, me quedó picando lo de "saber por qué nos gusta lo que nos gusta" que es una cuestión que me vengo planteando a mí mismo desde hace tiempo. Y comparto con él en el hecho de que esta búsqueda es fundamental, pero también veo que las respuestas que voy encontrando son también las más superficiales quizás. Y no veo que esto se malo. Creo que justamente la gracia de esto radica en la búsqueda y en la formulación de preguntas y en la aparición de esa pequeña cadena de respuestas; siento que es el proceso lo que cuenta. Creo que llegar a una última respuesta es una situación utópica y que en caso de alcanzarla, no sólo nos habríamos ahorrado muchos años de terapia, si no que también se nos irían las ganas de hacer, de producir audiovisual. Me gusta esto del blog además, me da una oportunidad para volver a pensar. Y para no hacerla más larga (aunque me parece que ese barco ya zarpó hace rato), me despido.
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