miércoles, 13 de abril de 2011

Y sí.






¿Por qué esta foto? Revisando las fotos que iba a llevar a imprimir, me encontré con ésta y no pude evitar preguntarmelo. ¿Por qué saqué esta foto tan fría en mi búsqueda por explotar el potencial erótico del lugar? No es ni la imagen más rica, ni la más interesante técnicamente, ni la mejor iluminada ni puedo decir exactamente qué puede tener de sensual.
Y ahí, mirandola detenidamente, me cayó la ficha (diría la Doña). Dos sillas, frías, cerradas en un cuadre frontal, cerrado, simétrico, calculado. Pero con una  distinción fundamental: una tiene la iluminación en llama y la otra no; la otra está prácticamente en sombras. Una es fuego y a la otra le falta poco para ser cenizas. Sin haberlo planeado concientemente, me doy cuenta de lo obvio, de algo que estaba trabando la fluidez de mi trabajo. Sin saberlo, se filtró parte de mi historia. No es el principio del encuentro amoroso lo que ve mi ojo; es la memoria física, las huellas de los fantasmas del amor. Mi trabajo no es sobre el presente de los cuerpos, es sobre la melancolía; es un trabajo de no-aceptación, es intentar volver tangible un tiempo que ya caducó.
Mi mirada sobre el amor es la mirada desde la muerte del mismo. El tiempo de los amantes terminó y sólo el espacio sobrevive como testigo de lo intangible. La materialidad del espacio y de los objetos, su peso, su fuerza, actúan como recordatorio de lo efímero de nuestra existencia y del caracter etereo de nuestras vivencias. Nosotros fuimos, las cosas son. Aunque las destrocen y se transformen en otra cosa, siempre van a manener su materialidad.
Ahora todo cuadra mucho más. Mi trabajo es sobre la huella, es la presencia de una sensualidad del espacio que se vuelve opresiva, que nos agobia en el recuerdo. Y ahora a tengo lo sensorial. Tiene música. Y el olor. El olor es el de la piel de aquel que ya no está. Es sutil, pero está. Mi lugar es el lugar de quien pega la nariz al sweater de ese amante que se fue. Y ese naranja es una calidez que se vuelve calor. Todo es ya demasiado intenso, sofoca.
A ver si ahora cierra más, diganme si lo ven o si soy yo solo:




 Uff, me enferma editar esto. Soy muy poco tecnológico, sepan disculpar que las fotos queden así desparramadas al tún tún. Acá va la música para que se ubiquen. Hold Time de M. Ward:



Y por último, último. Algunas definiciones extraídas de "fragmentos de un discurso amoroso" de Roland Barthes, que sirven para entender la óptica de mi personaje:


Abismarse: ataque de anonadamiento que se apodera del sujeto amoroso, por desesperación o plenitud.

Ausencia: todo episodio de lenguaje que pone en escena la ausencia del objeto amado...


Desrealidad: sentimiento de ausencia, disminución de realidad experimentado por el sujeto amoroso frente al mundo.

Resonancia: modo fundamental de la subjetividad amorosa: una imagen, una palabra (un lugar) resuenan dolorosamente en la conciencia afectiva del sujeto.